Internet, a pesar de su aparente inmaterialidad, es un importante contaminante tanto para nuestra salud mental como para el planeta. Sorprendentemente, se ha convertido en uno de los factores de riesgo más significativos cuando se habla de cambio climático. Por ejemplo, enviar un correo electrónico con un archivo adjunto equivale a mantener una bombilla encendida durante 24 horas, y ver cuatro horas de videos en el móvil contamina tanto como un coche convencional recorriendo 50 kilómetros.
La tecnología también es responsable de la nomofobia, el miedo irracional a estar sin móvil durante un breve período de tiempo. Este problema afecta al 70% de los españoles, siendo las mujeres más propensas a sufrirlo. De hecho, el riesgo de nomofobia entre las universitarias es del 52%, frente al 49,9% en los universitarios.
El impacto de la tecnología en nuestra salud es evidente, especialmente cuando se usa de manera inadecuada. Manuel Armayones, doctor en Psicología y coordinador del grupo de investigación Behavior Design Lab del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), advierte: "El mundo está cambiando bajo nuestros pies y está yendo muy rápido. El problema es que estas nuevas tecnologías se han diseñado para mantenernos enganchados".
La contaminación digital es un concepto que solo el 5,6% de los españoles asegura comprender plenamente, según el I Estudio de Bienestar Digital elaborado por ING. Además, apenas un 10% de los españoles considera que goza de bienestar digital.
Lucía Halty, experta en Psicología de la personalidad y directora de la Cátedra de Innovación y Salud Mental Digital de la Universidad Pontificia Comillas, explica que la tecnología nos afecta a todos, pero a las mujeres de una manera diferente. Esto se debe a que somos más vulnerables a sufrir trastornos relacionados con la ansiedad y el estrés.
"El problema llega cuando recurro a la tecnología para regular mis emociones"
Halty enfatiza que el problema no radica en la cantidad de horas que pasamos con el móvil, sino en cómo lo usamos para regular nuestras emociones. Esto es especialmente preocupante en el caso de los niños, ya que los controles parentales que limitan el tiempo de uso no son efectivos si se utiliza la tecnología para calmar emociones negativas.
Para mejorar nuestra relación con la tecnología, los expertos proponen un ejercicio práctico: analizar durante 24 o 48 horas nuestra relación con el móvil, anotando en qué momentos lo usamos y para qué. Este ejercicio nos proporcionará un mapa completo de nuestro bienestar digital.
En el marco del proyecto "Bienestar Digital: La vida digital que SÍ. Menos contaminante, menos estresante", se ha desarrollado un test de buenos hábitos digitales que nos permite evaluar nuestro bienestar digital. Algunas preguntas incluyen si limpiamos nuestro correo electrónico con frecuencia, si desconectamos en algún momento del día y cómo usamos el móvil cuando estamos con otras personas.
Finalmente, los expertos comparten un decálogo para mejorar nuestro bienestar digital, que incluye:
- Tomar conciencia del impacto de la tecnología
- Desconectar en momentos importantes
- Eliminar archivos y correos innecesarios
- Establecer límites de tiempo en redes sociales
- Personalizar o silenciar notificaciones
- Evitar pantallas antes de dormir
- Evitar descargar o enviar archivos innecesarios
- Limitar el uso excesivo de aplicaciones
- Optar por servicios digitales más sostenibles
- Priorizar la vida real sobre la digital
Implementando estos consejos, podemos mejorar nuestra relación con la tecnología y reducir su impacto negativo tanto en nuestra salud mental como en el medio ambiente.