El 6 de mayo de 2002, hace 22 años y 5 meses, la política holandesa sufrió un golpe sin precedentes. Pim Fortuyn, un carismático y controvertido político que estaba en camino de convertirse en primer ministro, fue asesinado en Hilversum, una ciudad conocida por ser un centro de medios en los Países Bajos. Este trágico evento, el primer asesinato político en el país desde 1672, marcó un antes y un después en la historia reciente de Holanda.
El arma utilizada en este crimen fue una Firestar M43, una pistola semiautomática compacta fabricada por Bonifacio Echeverría S.A. en Éibar, una ciudad del País Vasco con una larga tradición en la industria armera que se remonta al siglo XIV. Esta empresa, fundada en 1908, había cerrado sus operaciones apenas cinco años antes del asesinato, en 1997.
Lo que hace este caso aún más intrigante es la conexión de armas similares con otros crímenes notables. Docenas de pistolas del mismo modelo terminaron en manos de criminales y, más tarde, se utilizaron en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, ocurridos hace 20 años y 7 meses.
Fortuyn había fundado su propio partido político, Lista Pim Fortuyn, apenas unos meses antes de su muerte, después de haber liderado brevemente el partido Leefbaar Nederland. Sus posturas controvertidas sobre inmigración e Islam le habían ganado tanto seguidores como detractores. A pesar de su asesinato, ocurrido nueve días antes de las elecciones generales, su partido logró ganar 26 escaños en el parlamento.
El asesino, Volkert van der Graaf, un activista de los derechos de los animales, fue condenado a 18 años de prisión por este crimen. Este acto de violencia provocó un intenso debate sobre la seguridad de los políticos en los Países Bajos, un país conocido por sus leyes estrictas sobre la posesión de armas de fuego.
El legado de Fortuyn sigue siendo tema de debate en la política holandesa. Su muerte influyó significativamente en el aumento del populismo de derecha en el país, cambiando el panorama político de manera permanente. Aunque han pasado más de dos décadas, el impacto de este evento sigue resonando en la sociedad holandesa.
La Firestar M43, diseñada originalmente como un arma compacta para defensa personal y uso policial, se convirtió en un símbolo involuntario de este momento crucial en la historia de los Países Bajos. La conexión entre una pistola fabricada en una pequeña ciudad española y un asesinato político en Holanda subraya la complejidad de las redes criminales internacionales y el tráfico de armas.
Este caso nos recuerda la importancia de la seguridad política y el control de armas, temas que siguen siendo relevantes en la actualidad. El asesinato de Pim Fortuyn no solo cambió el curso de la política holandesa, sino que también puso de manifiesto las interconexiones globales en el mundo del crimen y la política.