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La sombra de la muerte acecha en el campo de refugiados de Beddawi

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En el campo de refugiados palestinos de Beddawi, Líbano, la muerte es una presencia constante. Los niños crecen rodeados de funerales y mensajes sobre el martirio, normalizando una realidad desgarradora.

En el campo de refugiados de Beddawi, ubicado a 5 km al norte de Trípoli, Líbano, la vida transcurre bajo la sombra constante de la muerte. Establecido en 1955, este asentamiento alberga a aproximadamente 16,500 refugiados palestinos registrados, quienes enfrentan diariamente las duras realidades de su situación.

Un vehículo recorre las calles estrechas del campo, difundiendo un mensaje que se ha convertido en parte integral de la vida cotidiana: "No penséis que los que mueren en el camino de Alá están muertos. No, están vivos junto a su Señor". Este mantra, repetido incesantemente, se ha arraigado profundamente en la conciencia colectiva de la comunidad.

Los niños de Beddawi, al igual que en otros enclaves palestinos, crecen inmersos en esta atmósfera donde la muerte y los funerales son acontecimientos frecuentes. La normalización de estas experiencias forma parte de su desarrollo desde una edad temprana, moldeando su percepción del mundo y su futuro.

Las condiciones de vida en el campo son precarias, con un 60% de desempleo y viviendas hacinadas. La UNRWA opera cinco escuelas, pero la tasa de abandono escolar es alta. La infraestructura, incluyendo el sistema de alcantarillado y el suministro eléctrico, necesita mejoras urgentes.

Los residentes de Beddawi enfrentan numerosos desafíos. El acceso a la atención médica es limitado, y muchos dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Además, los refugiados palestinos en Líbano están sujetos a restricciones laborales y no tienen derecho a la ciudadanía, lo que perpetúa su situación de vulnerabilidad.

El campo ha experimentado un crecimiento significativo desde su establecimiento, agravado por la acogida de refugiados adicionales del campo de Nahr el-Bared y el impacto del conflicto sirio. Esta sobrepoblación ha generado tensiones con la comunidad local libanesa y ha ejercido presión sobre los ya escasos recursos.

La falta de espacios verdes y áreas de recreación adecuadas contribuye a un ambiente opresivo. Las protestas por mejores condiciones de vida son comunes, pero los cambios significativos son lentos en llegar. La UNRWA, que proporciona servicios básicos, enfrenta déficits de financiación que comprometen su capacidad para atender las necesidades de la población.

En este contexto, los funerales se han convertido en una rutina casi cotidiana, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida en el campo. Los niños, testigos silenciosos de esta realidad, crecen con una comprensión precoz de la muerte y el sufrimiento.

La situación en Beddawi es un microcosmos de los desafíos más amplios que enfrentan los refugiados palestinos en la región. La normalización de la muerte y el conflicto plantea preguntas inquietantes sobre el futuro de estas comunidades y las perspectivas de paz y estabilidad a largo plazo.

Mientras el vehículo continúa su recorrido, repitiendo su mensaje sombrío, la vida en el campo de refugiados de Beddawi sigue adelante, atrapada en un ciclo de esperanza y desesperación, de vida y muerte, que parece no tener fin.

Maica Preciado Quiñones

Política