En la sociedad moderna, nos hemos vuelto inmunológicamente frágiles debido a nuestra búsqueda constante de comodidad. Según la Dra. Olga García Gómez, especialista en medicina familiar y psiconeuroinmunología, esta fragilidad nos hace más susceptibles a enfermedades, especialmente durante el otoño.
La psiconeuroinmunología, que estudia la relación entre los procesos psicológicos y los sistemas nervioso e inmune, sugiere que nuestra vulnerabilidad no se debe simplemente a los cambios de temperatura, sino a una combinación de factores. La inflamación crónica de bajo grado, común en la sociedad moderna, junto con alteraciones en la microbiota intestinal, contribuyen a nuestra susceptibilidad a las infecciones.
Es importante desmitificar la creencia de que los cambios bruscos de temperatura nos enferman. Genéticamente, estamos preparados para adaptarnos a diversos climas. De hecho, estudios pediátricos han demostrado que los niños en países nórdicos que juegan en la nieve no tienen más infecciones que los niños españoles.
Para fortalecer nuestro sistema inmunológico, los expertos recomiendan:
- Seguir una dieta antiinflamatoria rica en antioxidantes, frutas y verduras.
- Realizar ejercicio al aire libre, aprovechando la luz solar para sintetizar vitamina D.
- Respetar los biorritmos naturales, acostándose más temprano y reduciendo la exposición a la luz artificial por la noche.
La cronobiología, que estudia los ritmos biológicos en los seres vivos, subraya la importancia de alinear nuestros hábitos con los ciclos naturales de luz y oscuridad. Esto es crucial no solo para el descanso, sino para el funcionamiento global del cuerpo, incluyendo el sistema hormonal y el eje del estrés.
"Lo que verdaderamente nos carga de energía en verano no es tanto el descanso, que también, sino el contacto con la naturaleza, descalzos y sin apenas ropa".
Reconectar con nuestra naturaleza "Homo sapiens" implica también movernos más en nuestra vida cotidiana. Cada pequeño movimiento contribuye a la flexibilidad mitocondrial, inmunológica y metabólica, ayudándonos a adaptarnos mejor a los cambios estacionales.
En conclusión, para fortalecer nuestro sistema inmune, debemos volver a los ritmos naturales, exponernos a la naturaleza y adoptar hábitos que respeten nuestros biorritmos. Aunque la vida moderna no lo ponga fácil, estos cambios pueden marcar una gran diferencia en nuestra salud y bienestar.