En un giro inesperado, José Luis Escrivá, el recién nombrado gobernador del Banco de España, ha decidido apartarse de la tradición institucional en su ceremonia de toma de posesión. Según fuentes del órgano supervisor, Escrivá ha optado por limitar las intervenciones en el acto a sí mismo y a su predecesor, Pablo Hernández de Cos, excluyendo la participación habitual de miembros del Gobierno.
Esta decisión marca un cambio significativo en la práctica establecida, donde normalmente un representante gubernamental dirigía unas palabras a los funcionarios e invitados presentes. El Banco de España, fundado en 1782, ha sido testigo de numerosas tomas de posesión a lo largo de su historia, pero esta será la primera en mucho tiempo que se desvía del protocolo tradicional.
La elección de Escrivá podría interpretarse como un gesto hacia la independencia institucional. Como entidad de derecho público con personalidad jurídica propia, el Banco de España desempeña un papel crucial en la supervisión del sistema bancario español y en la estabilidad financiera del país. Su participación en el Sistema Europeo de Bancos Centrales y el Eurosistema subraya la importancia de mantener una postura autónoma.
Es importante recordar que el gobernador del Banco de España es nombrado por el Rey a propuesta del Presidente del Gobierno, para un mandato no renovable de seis años. Escrivá, quien hasta hace poco formaba parte del Gobierno, ahora asume un rol que requiere imparcialidad y objetividad en la toma de decisiones económicas.
El Banco de España, con su sede principal en el emblemático Palacio de Cibeles en Madrid, no solo supervisa el sistema bancario, sino que también gestiona las reservas de oro y divisas del país, participa en la política monetaria del Eurosistema y es responsable de la producción y distribución de billetes de euro en España. Además, mantiene el registro central de información sobre riesgos bancarios (CIRBE) y ofrece servicios de análisis estadístico y económico al público y a instituciones.
La decisión de Escrivá de limitar las intervenciones en su toma de posesión podría ser un indicio de su enfoque para el cargo, priorizando la independencia institucional y la objetividad en sus futuras decisiones y políticas. Este cambio en el protocolo seguramente será objeto de análisis y debate en los círculos financieros y políticos en los próximos días.