El régimen de Bashar al-Assad creó una red subterránea que nadie podía ver: un centro de detención construido en los 80s (que funcionaba como lugar de tortura) donde los presos políticos desaparecían sin dejar rastro
La instalación — diseñada específicamente para opositores intelectuales y periodistas — operaba bajo un velo de secretismo total; ningún funcionario jamás compartió fotos o habló públicamente sobre su existencia. El complejo contaba con túneles especiales que la familia Assad usaba como ruta de escape
Los familiares de los detenidos enfrentaban una realidad cruel: sus seres queridos ingresaban al centro pero nunca más se sabía de ellos. La estructura funcionaba como un agujero negro en el corazón del sistema penitenciario sirio; donde el ingreso era simple pero la salida prácticamente imposible
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El diseño incluía un laberinto de pasadizos subterráneos que servían como vías de evacuación exclusivas para los Assad y altos mandos del régimen. Esta red secreta — construida hace casi 4 décadas — permitía escapar discretamente en caso de emergencia