En el complejo escenario político del Líbano, la influencia de Hizbulá continúa creciendo, mientras que la situación humanitaria en el sur del país se deteriora rápidamente. Este contraste se hace evidente al recordar un incidente ocurrido hace más de 16 años, que ilustra la tensión persistente en la región.
El 9 de mayo de 2008, Walid Jumblat, líder del Partido Socialista Progresista y figura prominente de la comunidad drusa, se encontró en una situación precaria cuando su residencia en el oeste de Beirut fue rodeada por cientos de paramilitares de Hizbulá. Este evento marcó un punto de inflexión en la influencia del grupo en la política libanesa.
Hizbulá, fundado en 1985 como respuesta a la ocupación israelí del sur del Líbano, ha evolucionado significativamente desde entonces. La organización, que mantiene una milicia armada independiente del ejército libanés, ha ganado poder político y ahora tiene representantes en el parlamento libanés.
En los últimos años, Naim Qassem ha emergido como una nueva voz influyente dentro de Hizbulá. Como subdirector de la organización desde 1991, Qassem ha jugado un papel crucial en la formulación de las estrategias del grupo.
Mientras tanto, la situación en el sur del Líbano se ha vuelto crítica, especialmente para el sistema de salud. El único hospital de la región se encuentra en primera línea de los bombardeos, lo que ha llevado al cierre forzado de todos los centros sanitarios desde allí hasta la frontera. Esta crisis sanitaria se desarrolla en un país que, paradójicamente, tiene una de las tasas más altas de médicos per cápita en la región.
"Han forzado el cierre de todos los centros sanitarios de aquí a la frontera"
La situación actual refleja los desafíos más amplios que enfrenta el Líbano. El país ha experimentado una severa crisis económica desde 2019, con una devaluación masiva de su moneda. Además, la explosión devastadora en el puerto de Beirut en agosto de 2020 y la crisis de refugiados sirios desde 2011 han ejercido una presión adicional sobre la infraestructura y los servicios del país.
El Líbano, con su costa mediterránea de 225 kilómetros y una población estimada de 6.8 millones en 2024, continúa luchando por mantener la estabilidad en medio de estas múltiples crisis. La esperanza de vida en el país, que actualmente es de aproximadamente 78 años, podría verse afectada si la situación sanitaria no mejora.
El conflicto en curso cerca de la Línea Azul, la frontera de facto entre Líbano e Israel establecida por la ONU en 2000, sigue siendo una fuente de tensión. Esta situación, combinada con la creciente influencia de Hizbulá y la crisis humanitaria en el sur, plantea serios desafíos para el futuro del Líbano y la estabilidad de la región.