Vicente Sánchez guarda en su memoria la sonrisa brillante de su hijo Rubén - un joven-deportista que soñaba con alcanzar la gloria en el atletismo español
Hijo‚ aquí no me vayas a decir “papá“. Si me dices “papá“‚ no vamos a ligar ni tú ni yo
La complicidad entre padre e hijo se manifestaba en momentos como ese: las bromas compartidas las risas espontáneas y los sueños de grandeza deportiva (que Rubén cultivaba con pasión)
A mediados de los 90s‚ la vida dio un giro dramático: esa mirada juvenil llena de ilusiones y “unas ganas de hacer cosas enormes“ se transformó - dejando atrás la conexión que padre e hijo habían construido durante años