En el bullicioso barrio de Malasaña, en Madrid, se esconde un tesoro gastronómico llamado Lartisan. Este establecimiento, ubicado en la emblemática calle del Pez, destaca por su discreción y su propuesta culinaria única.
Fundado por Fabienne Ferauge, de origen belga-coreano, y Roland Zelina, austríaco, Lartisan nace de la pasión compartida por la gastronomía global. La fusión de culturas se refleja en cada plato, combinando elementos europeos, asiáticos e iberoamericanos de manera innovadora.
Una de las características más atractivas de Lartisan es su oferta de brunch diario, disponible hasta las 15:00 horas. Esta práctica, originaria de Inglaterra, se ha adaptado perfectamente al estilo de vida madrileño. Además, el restaurante ofrece una carta separada para almuerzos y cenas, permitiendo a los comensales disfrutar de una experiencia culinaria completa a cualquier hora del día.
Entre los platos destacados se encuentran las gyozas de langostinos con salsa de curry rojo, una fusión perfecta entre la tradición japonesa y los sabores tailandeses. Las sardinas ahumadas con tomate y jalapeños ofrecen un guiño a la gastronomía portuguesa con un toque mexicano.
El guiso de buey en shermula sobre hummus de aceitunas de Kalamata es un ejemplo perfecto de la fusión entre la cocina magrebí y la mediterránea. Por otro lado, el bennylanka, inspirado en la gastronomía de Sri Lanka, sorprende con su combinación de coco, beicon y especias asiáticas.
Los postres, aunque más clásicos, mantienen el alto nivel de calidad. La tarta de queso, que podría competir con las mejores de Nueva York, y la tarta de limón con merengue ofrecen un final dulce a la experiencia.
En cuanto a las bebidas, Lartisan se enfoca en cócteles y cervezas, aprovechando su amplio horario y el popular "happy hour". La selección de vinos, aunque limitada, incluye opciones interesantes de productores pequeños, como un blanco de godello y treixadura de Orense.
Lartisan no solo es un restaurante, sino un viaje culinario que fusiona sabores y culturas en el corazón de Madrid. Su propuesta única y su ambiente relajado lo convierten en un destino imprescindible para los amantes de la gastronomía creativa.