Por primera vez en 18 años, Israel ha iniciado una operación terrestre en el sur del Líbano, marcando un giro significativo en el conflicto con Hizbulá. Esta acción, que comenzó el 1 de octubre de 2024, tiene como objetivo declarado alejar las posiciones de la milicia chií de la frontera israelí, permitiendo así el retorno de los habitantes evacuados de las localidades norteñas.
El ejército israelí ha descrito estas incursiones como "limitadas, localizadas y dirigidas contra objetivos e infraestructura terrorista de Hizbulá". Estas operaciones se centran en aldeas cercanas a la frontera que, según Israel, representan una amenaza inmediata para sus comunidades norteñas.
Esta escalada se produce en el contexto de un año de tensiones crecientes entre Israel y Hizbulá, que se intensificaron a raíz del conflicto en Gaza iniciado el 7 de octubre de 2023. Desde entonces, Hizbulá ha llevado a cabo ataques contra Israel en apoyo a Hamas, lo que ha llevado a la evacuación de más de 60,000 residentes israelíes de la zona fronteriza.
La operación terrestre fue precedida por una serie de acciones preparatorias, incluyendo la retirada de soldados libaneses de áreas cercanas a la frontera y la declaración de tres comunidades israelíes como "zona militar cerrada" hasta el 6 de octubre de 2024. Además, fuentes estadounidenses revelaron que fuerzas especiales israelíes habían cruzado previamente la frontera para recabar información, especialmente sobre los túneles de Hizbulá.
Es importante destacar que la frontera entre Israel y Líbano, que se extiende por aproximadamente 79 kilómetros, ha sido escenario de múltiples conflictos a lo largo de los años. La última guerra entre Israel y Hizbulá en 2006 duró 34 días y tuvo consecuencias devastadoras para ambos lados.
Hizbulá, fundada en 1985, es una organización política y militar que cuenta con un arsenal estimado de más de 100,000 cohetes y misiles. Su presencia en el sur del Líbano y su apoyo por parte de Irán han sido motivo de preocupación constante para Israel.
La región afectada por este conflicto incluye la Galilea israelí, conocida por su diversidad étnica y religiosa, y el sur del Líbano, una zona predominantemente agrícola. El impacto de las hostilidades se ha sentido en ambos lados de la frontera, afectando significativamente el turismo y la vida cotidiana de los residentes.
Israel ha implementado diversas medidas de seguridad a lo largo de los años, incluyendo el desarrollo del sistema de defensa antimisiles Iron Dome y la construcción de barreras físicas y electrónicas en su frontera norte. Por su parte, las comunidades israelíes en la zona han tenido que adaptarse a la realidad del conflicto, con la creación de refugios antiaéreos como una necesidad común.
La presencia de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL), que opera en la zona desde 1978, subraya la complejidad y longevidad del conflicto en esta región.
Esta nueva operación terrestre israelí representa un desafío adicional para el Líbano, que ya enfrenta una grave crisis económica que ha afectado la capacidad operativa de su ejército. Además, el país alberga a más de un millón de refugiados sirios, lo que añade presión a su ya frágil situación.
La comunidad internacional observa con preocupación estos desarrollos, consciente de que cualquier escalada en este frente podría tener repercusiones regionales significativas. La situación sigue siendo fluida, y los próximos días serán cruciales para determinar el curso del conflicto.