Los vuelos privados están dejando una huella ambiental sin precedentes: las emisiones de CO2 subieron un 46% desde hace 5 años hasta hoy siendo usados por solo 256‚000 personas (el 0.003% de la población mundial)
Los mega-eventos causaron los mayores picos de contaminación aérea; el Mundial de Qatar generó casi 15‚000 toneladas de CO2 con 1‚846 vuelos mientras que el foro de Davos y la COP28 en Dubai registraron 660 y 644 aeronaves respectivamente (un dato que resulta irónico para una cumbre climática)
Un estudio realizado por el profesor Stefan Gössling de la Universidad Linnaeus analizó más de 18 millones de vuelos privados: la mitad cubrió distancias menores a 500 km y la mayoría ocurrió en fines-de-semana lo que sugiere un uso más recreativo que empresarial
El 10% más rico es responsable del 50% de las emisiones; la solución está en moderar el estilo de vida de ese grupo ultra-emisor
Los datos son alarmantes: cada usuario de jets privados produce 2‚400 toneladas de CO2 al año - 500 veces más que un ciudadano promedio. Por ejemplo el Falcon 900B consume 1‚300 litros de queroseno por hora equivalente a dos toneladas de CO2