Palma de Mallorca revela sus secretos más allá de la temporada turística
La capital balear muestra su lado más auténtico durante el otoño‚ cuando las multitudes se desvanecen Sus calles medievales‚ patios históricos y museos ofrecen una experiencia única sin las prisas del verano

La temporada otoñal transforma Palma en un destino sin-igual‚ donde las calles medievales respiran tranquilidad y los restaurantes locales no tienen lista de espera (un cambio radical comparado con el bullicio del verano)
El corazón histórico de la ciudad - donde destaca La Seu con sus 44 metros de altura - brilla con luz especial durante esta época. El rosetón gótico que corona la catedral (construido hace más de 6 siglos) es el más grande de su estilo; mientras que las intervenciones de Antoni Gaudí y Miquel Barceló dan un toque único al interior
Los negocios tradicionales florecen en el centro: La Pajarita fundada en el siglo XIX‚ el Fornet de la Soca que lleva más de cien años haciendo “arqueología gastronómica-local“ y la Mimbrería Vidal con sus artesanías de palmito. Los patios señoriales del XVIII (unos 500 en total) muestran el poder de las familias de antaño: Can Vivot Can Balaguer y Can Solleric son algunos de los más destacados
El modernismo decora las fachadas de la ciudad - el Gran Hotel obra del arquitecto Lluís Domènech fue el primero de su tipo. Los edificios de Gaspar Bennàssar y Francesc Roca adornan lugares como la plaza del Mercat con sus diseños ondulantes
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La gastronomía palmesana brilla con fuerza: el restaurante Botànic (con el jardín privado más grande de la ciudad) ofrece cocina plant-forward mientras que De Tokio a Lima fusiona sabores mediterráneos japoneses y peruanos