En un giro inesperado en las relaciones hispano-mexicanas, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha expresado su profunda preocupación por la reciente crisis diplomática surgida entre ambas naciones. La tensión se ha originado debido a la decisión de México de no invitar al Rey Felipe VI a la toma de posesión de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, marcando un hito en la historia de las relaciones bilaterales que se remontan a 1977.
Desde Nueva York, donde asiste a la Asamblea General de la ONU, evento anual que reúne a líderes mundiales desde 1945, Sánchez ha manifestado su "enorme frustración" ante esta situación. El mandatario español ha enfatizado la importancia de mantener lazos estrechos entre "dos gobiernos progresistas con visiones comunes en muchos temas", recordando que España y México comparten no solo un idioma, sino también una rica historia cultural.
"La exclusión es inaceptable e inexplicable y lo lamento. Detrás de todo esto hay enorme tristeza porque dos países hermanos, pueblos hermanos, por el interés político determinado de alguno no podamos tener las mejores relaciones"
A pesar de la gravedad del desencuentro, Sánchez ha optado por una postura conciliadora, evitando anunciar medidas de represalia concretas. Esta decisión refleja la complejidad de las relaciones internacionales en un mundo cada vez más interconectado, donde España y México juegan roles cruciales en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, fundada en 1991.
El presidente español ha reafirmado el compromiso de su gobierno con la protección de las instituciones nacionales, incluyendo la monarquía parlamentaria establecida por la Constitución de 1978. Sin embargo, ha evitado comentar sobre las críticas internas a la Corona provenientes de algunos sectores de su coalición gubernamental.
En el ámbito doméstico, Sánchez también ha abordado los desafíos que enfrenta para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. La falta de apoyo parlamentario para la senda de déficit ha complicado el panorama político, recordando la importancia de los acuerdos multipartidistas en el sistema español, que contrasta con el tradicional bipartidismo mexicano.
El mandatario ha expresado su intención de buscar un consenso amplio para los presupuestos de 2025, excluyendo a Vox y al Partido Popular. Esta situación pone de manifiesto la complejidad del sistema político español, con un Congreso de los Diputados compuesto por 350 escaños y una diversidad de partidos que refleja la pluralidad de la sociedad española.
Sánchez ha señalado que las negociaciones presupuestarias podrían extenderse hasta principios de 2025, teniendo en cuenta los próximos congresos de partidos como ERC y Junts. Esta estrategia evidencia la necesidad de adaptarse a los ciclos políticos internos para lograr acuerdos estables, una lección aprendida desde los históricos Pactos de la Moncloa de 1977.
La crisis con México y los desafíos presupuestarios internos subrayan la complejidad de la política española contemporánea. Mientras Sánchez navega estas aguas turbulentas, queda claro que el diálogo y la diplomacia seguirán siendo herramientas fundamentales para superar los obstáculos tanto en el ámbito internacional como en el doméstico.