El huracán Helene ha dejado una estela de destrucción en el sureste de Estados Unidos, cobrando la vida de al menos 44 personas y provocando inundaciones catastróficas. El desastre natural, que tocó tierra cerca de Tallahassee, Florida, el viernes 27 de septiembre de 2024, ha causado estragos en varios estados, dejando a millones sin electricidad.
Las víctimas mortales se distribuyen de la siguiente manera: 20 en Carolina del Sur, 15 en Georgia, siete en Florida, una en Virginia y una en Carolina del Norte. Este balance trágico refleja la magnitud de la catástrofe que ha afectado a la región.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC), establecido en 1965, informó sobre "inundaciones históricas y catastróficas" en la zona. Las autoridades advirtieron sobre el rápido aumento del nivel del agua en Atlanta, así como en las Carolinas. Se pronosticaron precipitaciones de hasta 30 centímetros en los Apalaches, con algunas áreas recibiendo incluso más.
Ron DeSantis, gobernador de Florida, comparó los daños causados por Helene con los de los huracanes Idalia y Debby, que azotaron la misma región en los últimos 13 meses. Esta sucesión de eventos extremos plantea interrogantes sobre la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos en la era del cambio climático.
Las operaciones de rescate se han intensificado en toda la región afectada. En Erwin, Tennessee, se llevó a cabo una dramática evacuación de un hospital rodeado por las aguas, con más de 50 pacientes y personal atrapados en el techo. En Georgia, el gobernador Brian Kemp confirmó la muerte de 15 personas, incluyendo un socorrista, y reportó graves daños estructurales en la ciudad de Valdosta.
Los residentes de las zonas afectadas compartieron sus experiencias. Larry Bailey, de 32 años, relató: "Soy de Florida, así que estoy un poco acostumbrado, pero en un momento me dio mucho miedo. Era como si mi casa fuera a volar". Este testimonio refleja la intensidad de Helene, que tocó tierra como un huracán de categoría 4 con vientos de hasta 225 km/h.
El impacto de Helene se suma a una serie de eventos climáticos extremos a nivel global. Con el tifón Yagi en Asia, la tormenta Boris en Europa y las inundaciones en el Sahel, septiembre de 2024 se perfila como un mes excepcionalmente lluvioso en todo el mundo.
"Tenemos que empezar a preguntarnos: ¿es esta la nueva normalidad? ¿Va a suceder todos los años? Se habla mucho de una tormenta única en la vida, pero el año pasado tuvimos otra similar"
Esta preocupación refleja un creciente debate sobre el impacto del cambio climático en la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Los científicos advierten que el calentamiento global podría aumentar la intensidad de los huracanes futuros, aunque es prematuro sacar conclusiones definitivas sobre eventos específicos.
La infraestructura de la región se ha visto gravemente afectada. Los aeropuertos de Tampa y Tallahassee cerraron, y más de 3,4 millones de hogares y empresas quedaron sin electricidad en Florida, Georgia y las Carolinas. La marejada ciclónica, que puede elevar el nivel del mar hasta 6 metros o más, fue descrita como "sin precedentes" en algunas áreas.
El presidente Joe Biden y las autoridades estatales habían instado a la población a seguir las órdenes de evacuación antes de la llegada de Helene. DeSantis movilizó a la Guardia Nacional y a miles de personas para las operaciones de rescate y restablecimiento de la energía.
Es importante recordar que la temporada de huracanes en el Atlántico generalmente dura del 1 de junio al 30 de noviembre, y Florida es históricamente el estado más afectado por estos fenómenos. La escala Saffir-Simpson, que clasifica los huracanes de 1 a 5 según la velocidad del viento, sitúa a Helene como uno de los más potentes en tocar tierra en los últimos años.
Mientras la región comienza a evaluar los daños y a reconstruir, queda claro que Helene dejará una marca duradera en la historia meteorológica de Estados Unidos, planteando serias preguntas sobre la preparación y resiliencia ante futuros eventos climáticos extremos.