La tensión entre Israel y Hizbulá ha alcanzado niveles sin precedentes en las últimas 24 horas, marcando la jornada más intensa desde la guerra de 2006. El conflicto, que se ha intensificado gradualmente desde octubre de 2023, ha tomado un giro dramático con ataques masivos por ambas partes.
La Fuerza Aérea israelí ha llevado a cabo el ataque más letal contra Hizbulá desde la guerra de 2006, dejando al menos 274 muertos y más de 1.000 heridos. Los objetivos incluyeron a Ali Karaki, un alto mando de la organización. Este ataque forma parte de una estrategia más amplia de Israel para debilitar las capacidades militares de Hizbulá, que se estima posee un arsenal de más de 100.000 cohetes y misiles.
En respuesta, Hizbulá lanzó aproximadamente 200 proyectiles y misiles contra Israel, alcanzando zonas a más de 100 kilómetros de la frontera. Esta acción marca una escalada significativa en el alcance de los ataques del grupo, que hasta ahora se habían limitado principalmente al norte de Israel.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hizo un llamamiento al pueblo libanés, afirmando: "Israel no está en guerra con vosotros sino con Hizbulá". Esta declaración subraya la estrategia israelí de separar a Hizbulá de la población civil libanesa.
El impacto en la población civil ha sido severo. Aproximadamente 65.000 israelíes han sido desplazados de sus hogares cerca de la frontera libanesa, mientras que alrededor de 110.000 libaneses han abandonado el sur del país. Esta situación refleja la gravedad del conflicto y su impacto humanitario.
Hizbulá, fundado en 1985 como respuesta a la ocupación israelí del sur del Líbano, mantiene su posición de continuar los ataques hasta que "cese la guerra y la agresión en Gaza". Esta postura persiste a pesar de las significativas pérdidas sufridas, incluyendo la muerte de varios líderes clave.
El cambio en la estrategia israelí es evidente. Después de meses de intercambios limitados, Israel ha optado por una ofensiva más agresiva, utilizando inteligencia acumulada durante mucho tiempo para atacar infraestructuras críticas de Hizbulá.
La situación actual plantea serias preocupaciones sobre una posible escalada a una guerra abierta. Hizbulá, que ha participado en la guerra civil siria y ha desarrollado capacidades de guerra cibernética, representa una amenaza significativa para Israel. Por otro lado, la respuesta israelí ha demostrado ser más contundente que en conflictos anteriores.
La comunidad internacional observa con preocupación, consciente de que una guerra a gran escala entre Israel y Hizbulá podría tener consecuencias devastadoras para toda la región. La situación sigue siendo extremadamente volátil, con el potencial de una mayor escalada en los próximos días.
"La agresión persistente de Israel contra Líbano es una guerra de exterminio en todos los aspectos, un plan de destrucción que busca pulverizar los pueblos y ciudades libaneses"
Este conflicto no solo afecta a Israel y Líbano, sino que también tiene implicaciones regionales más amplias. Irán, que proporciona apoyo financiero y militar a Hizbulá, observa con preocupación el debilitamiento de su aliado más poderoso en la región. La situación también pone a prueba la estabilidad del Líbano, un país que ya enfrenta múltiples crisis internas.