La tensión entre Israel y Hizbulá ha alcanzado niveles sin precedentes en las últimas décadas, con una escalada de violencia que amenaza con desencadenar un conflicto más amplio en la región. Los enfrentamientos actuales marcan el punto más crítico desde la guerra de 2006, que duró 34 días y causó miles de muertes.
El ejército israelí ha lanzado una ofensiva masiva contra Hizbulá, atacando 800 objetivos en el sur del Líbano y el valle de la Bekaa. Estos ataques han sido los más intensos desde 2006, y han tenido como objetivo infraestructuras militares y líderes de la organización. Ali Karaki, considerado el número tres de Hizbulá, habría sido el objetivo de un ataque selectivo en Beirut, aunque su suerte se desconoce.
Hizbulá, fundado en 1982 como respuesta a la invasión israelí del Líbano, ha respondido con el lanzamiento de 150 proyectiles, misiles y drones contra Israel. La mayoría de estos ataques fueron interceptados por el sistema de defensa antimisiles Iron Dome, desarrollado específicamente para enfrentar amenazas de corto alcance.
La escalada ha provocado el desplazamiento masivo de civiles en ambos lados de la frontera. Aproximadamente 65.000 israelíes han sido evacuados de las zonas cercanas a la frontera libanesa, mientras que se estima que 110.000 libaneses han abandonado sus hogares en el sur del país. Esta situación ha agravado la ya precaria condición del Líbano, que alberga la mayor población de refugiados per cápita del mundo y enfrenta una grave crisis económica.
Israel ha acusado a Hizbulá de utilizar infraestructuras civiles para ocultar su arsenal militar, incluyendo misiles de crucero de fabricación rusa. El portavoz militar israelí, Daniel Hagari, ha instado a los civiles libaneses a alejarse de las áreas donde Hizbulá almacena armas, en un intento de minimizar las bajas civiles y obtener legitimidad internacional para sus acciones.
"La agresión persistente de Israel contra Líbano es una guerra de exterminio en todos los aspectos, un plan de destrucción que busca pulverizar los pueblos y ciudades libaneses"
La estrategia israelí parece estar dirigida a presionar a Hizbulá para que cese sus ataques y se desvincule del conflicto en Gaza. Sin embargo, el líder de Hizbulá, Hassan Nasralá, ha reiterado su compromiso de mantener el "frente de desgaste" contra Israel hasta que cese la guerra en Gaza.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Estados Unidos ha anunciado el envío de tropas adicionales a Oriente Próximo como medida de precaución, lo que subraya la gravedad de la situación y el riesgo de una escalada regional.
El conflicto actual se desarrolla en un contexto de larga historia de tensiones en la región. La frontera entre Israel y Líbano, conocida como la Línea Azul, ha sido escenario de numerosos enfrentamientos desde su establecimiento por la ONU en 2000. La presencia de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL) desde 1978 no ha logrado prevenir completamente los conflictos en la zona.
La situación actual pone de manifiesto la complejidad de las relaciones en Oriente Próximo y el delicado equilibrio entre los diferentes actores regionales. El Líbano, con su sistema político confesional único y su diversidad religiosa, se encuentra una vez más en el centro de un conflicto que amenaza con desestabilizar aún más su frágil situación interna.
Mientras la comunidad internacional busca formas de desescalar la situación, la población civil de ambos lados de la frontera sigue siendo la más afectada por este nuevo capítulo en la larga historia de conflictos en la región.