El gobierno del primer ministro británico Keir Starmer enfrenta su primera crisis significativa tras la dimisión de la diputada Rosie Duffield del Partido Laborista. Esta deserción, ocurrida a menos de tres meses de la victoria electoral de Starmer, ha sacudido el panorama político del Reino Unido.
Duffield, representante de Canterbury, anunció su salida del partido mediante una carta mordaz, en la que condenó lo que describió como "hipocresía" y "políticas crueles e innecesarias" del gobierno de Starmer. La diputada criticó severamente al primer ministro y su equipo, acusándolos de "corrupción, nepotismo y avaricia a gran escala" en sus primeros noventa días en el poder.
El catalizador de esta crisis parece ser el escándalo de los regalos personales que ha afectado a Starmer, provocando una caída en su popularidad según las encuestas recientes. Este incidente ha reavivado debates sobre la ética en la política británica, recordando controversias similares que han afectado a otros líderes en el pasado.
La dimisión de Duffield se produce en un momento delicado para el Partido Laborista. Recientemente, durante la conferencia nacional del partido en Liverpool, los sindicatos y el ala izquierda impulsaron una moción contra la decisión de Starmer de retirar las ayudas a los pensionistas para la calefacción en invierno, una medida introducida originalmente en 1997.
Esta situación ha expuesto las tensiones internas dentro del Partido Laborista, que históricamente ha mantenido fuertes vínculos con los sindicatos y ha albergado una influyente facción de izquierda. La decisión de Duffield de unirse a los "independientes" en el Parlamento, junto al ex líder laborista Jeremy Corbyn, subraya estas divisiones.
Con esta deserción, el Partido Laborista ahora cuenta con 403 diputados en el Parlamento de 650 escaños, frente a los 121 del Partido Conservador. Este último celebra su conferencia nacional en Birmingham, la segunda ciudad más grande del Reino Unido, donde cuatro candidatos compiten por el liderazgo del partido.
La rapidez de esta deserción, considerada la más veloz en la historia reciente tras unas elecciones, ha captado la atención de los medios británicos. Duffield ya había mostrado su desacuerdo con Starmer anteriormente, participando en una rebelión interna en julio cuando rompió la disciplina de voto, una práctica común en la política británica, para apoyar una moción del Partido Nacional Escocés.
"Alguien que elige dejar el límite que condena a muchos niños a la pobreza mientras acepta inexplicablemente regalos caros en forma de trajes y gafas de diseño no merece el título de primer ministro laborista"
La crítica de Duffield se centra en la aparente contradicción entre las políticas de austeridad y los regalos personales aceptados por Starmer. Esta controversia ha reavivado el debate sobre el límite de dos hijos para las ayudas sociales, una política introducida en 2017 por el gobierno conservador y que ha sido objeto de críticas por su impacto en la pobreza infantil.
El sistema electoral británico, basado en el método "first-past-the-post", tiende a favorecer a los dos partidos principales. Sin embargo, la presencia de diputados independientes y de partidos más pequeños como el SNP añade complejidad al panorama político.
Mientras el número 10 de Downing Street, residencia oficial del primer ministro, se enfrenta a esta crisis, el Partido Conservador busca capitalizar la situación en su conferencia de Birmingham. Con cuatro candidatos compitiendo por el liderazgo, el partido de oposición espera recuperar terreno tras más de una década en el poder.
Esta crisis temprana en el gobierno de Starmer plantea interrogantes sobre la estabilidad del Partido Laborista y su capacidad para mantener la unidad frente a los desafíos que enfrenta el Reino Unido. La reacción del primer ministro y su equipo a esta deserción será crucial para determinar el rumbo del partido y del gobierno en los próximos meses.